Después de la expansión del Islam, Europa, y cuando digo Europa me refiero naturalmente al mundo cristiano, asiste en estos momentos a una recuperación, tanto material como espiritualmente.
Recuperación material
Auge demográfico
Desde el siglo XI, Europa presencia un aumento constante de población. Diversos ayudan a ello: la decadencia del mundo musulmán junto con el mayor rendimiento de la agricultura, hará posible tal aumento. Ésta mayor productividad permite una mayor alimentación y un auge demográfico, lo que obliga a roturar nuevas tierras.
Auge agrícola
El mayor rendimiento de tierras se debió a la introducción del arado con ruedas, la collera, el barbecho y la rotación trienal. El aumento de población, cómo ya he señalado, conllevó la roturación de más terrenos, realizada bien por el señor, bien por un grupo de campesinos. Es el caso de de los trabajos realizados en Flandes en el s. XI, y en el s. XII, al este del río Elba. De ésta forma surgirán núcleos nuevos de población, y hasta se alanzará una cierta especialización en los cultivos. El más beneficiado con estas roturaciones fue el señor, que vio aumentada sus rentas.
Auge comercial
El auge demográfico y agrícola posibilitó el desarrollo del comercio no sólo a nivel local, sino internacional. Su florecimiento partió de dos grandes focos mercantiles: el Mediterráneo y el norte de Europa.
- En el Mediterráneo las ciudades italianas nunca habían abandonado el comercio marítimo con Bizancio y el Islam. Con las cruzadas se intensificó el comercio de especias, azúcar y objetos de lujo. Algunas de las ciudades más representativas de éste comercio son Venecia, Génova, Marsella o Barcelona.
- En el norte de Europa las ciudades flamencas como Gante o Brujas realizaron un rico comercio con la lana inglesa. Otras cómo Hamburgo o Danzing, llegaron a comerciar con Rusia, vendiendo telas y comprando cereales, pieles y esclavos.
El transporte terrestre se hizo generalmente a través de las antiguas vías romanas. Si las materias eran pesadas y baratas se solía utilizar el transporte fluvial, puesto que las embarcaciones también habían mejorado con la introducción de la brújula y el timón. El comercio interior se realizaba en mercados locales, y sobre todo en las ferias que se organizaban ciertos días del año.
La industria se intensificó con el desarrollo mercantil y la exportación, la circulación monetaria, las operaciones de cambio y crédito y la aparición de sociedades mercantiles. Dentro de estas áreas mercantiles aparecen centros industriales: el norte de Italia, donde destacan Bolonia o Florencia, y los Países Bajos. Ambos deben su desarrollo a la industria textil.
El renacimiento de las ciudades
Tras la caída del Imperio Romano, sus principales ciudades habían pasado a un segundo plano; muchas de ellas sólo ejercían cómo sedes episcopales. Pero como consecuencia del auge demográfico y económico, desde el s. XI, muchas de estas ciudades se revitalizaron. Artesanos y mercaderes se concentraron en torno a viejas ciudades, buscando seguridad y libertad fuera de sus señores. Aparecerán ahora los barrios periféricos habitados por ellos. También llegaron a estas ciudades los siervos que huían de las tierras del señor.
Las formas de las ciudades variaban en función de si eran ciudades de nueva creación o ciudades antiguas y en función de la actividad a las que se dedicaran. En Italia muchas ciudades conservaron su antigua actividad; por el contrario, en el norte de Europa, donde las ciudades eran más escasas, la mayoría fueron de nueva planta. De todas maneras, las ciudades medievales tuvieron una función muy clara: la artesana y la mercantil. Algunas de ellas alcanzaron un espectacular crecimiento: París, Milán y Venecia. El trabajo artesanal de la ciudad estuvo organizado en gremios.
Políticamente las ciudades se encontraban bajo la jurisdicción de un señor. En ellas pronto empezó a destacarse la burguesía, clase no privilegiada pero sí libre, que luchó contra los señores para conseguir sus libertades, formando municipios o comunas. Las ciudades buscaron mantener independiente su economía. Su poder residía en un consejo y en unos magistrados, que formaron una especie de patriciado urbano.
A nivel de estado, los reyes se fueron apoyando cada vez más en una burguesía urbana en alza, con el objetivo de disminuir el poder de los señores feudales. De esta forma se formaron nuevas instituciones como las cortes, parlamentos o estados generales, que eran asambleas de los tres estamentos con capacidad de formular leyes y aprobar los impuestos.
Recuperación espiritual
Auge de la Iglesia
El auge demográfico y comercial tuvo sus repercusiones en la vida espiritual. Las diferencias entre ricos y pobres y las nuevas ideas universitarias plantearán a la Iglesia nuevos problemas que requerían nuevas soluciones. La reforma cluniacense, primero, y cisterciense, después tendrán grandes repercusiones culturales y políticas. A ello hemos de unir los avances experimentados en la lucha por la independencia y supremacía del papado, que alcanzará su mayor desarrollo con el papa Inocencio III, defensor de la teocracia frente al cesaropatismo.
El mayor desarrollo urbano acaecido en esta época determinará el nuevo rumbo de la espiritualidad de Occidente. Surgen en las ciudades nuevas órdenes religiosas: las mendicantes, llamadas así porque dependían de la limosna de los fieles. Las dos órdenes mendicantes principales fueron los dominicos y los franciscanos. No estuvo exenta la Iglesia de nuevas herejías como la de los valdenses, los cátaros, a los que se combatió por medio de Cruzadas y a través de la Inquisición.
Las universidades
Un testimonio del desarrollo cultural de la época fue la aparición de las universidades como un gremio más. Surgieron de la cooperación de maestros y estudiantes, a partir de escuelas catedralicias o de nueva creación. Cada universidad tuvo sus estatutos por los que gozaba de autonomía. Los estudios principales fueron las artes liberales, derecho, medicina y teología.
Hubo universidades especializadas, como la de Bolonia en derecho, Montpelier en Medicina, y la Sorbona en teología. En la mayoría de las universidades, los estudiantes seguían el método escolástico por el que se realizaba una lectura del tema, después se planteaban los problemas, se iniciaban unas discusiones y, por último, se llegaba a unas conclusiones.
Por último, habría que hacer mención a, que, la literatura inició un proceso de individualización en cada nación, apareciendo las lenguas romances (brotes del latín vulgar), y obras literarias, como la Divina Comedia de Dante, o las Cantigas, de Alfonso X.
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